Vistalegre II y los límites de Podemos ante los derechos de las mujeres

Vistalegre II y los límites de Podemos ante los derechos de las mujeres

Tras el acto de Vistalegre II, Pablo Iglesias confirmó su hegemonía en el Partido renovando su cargo como Secretario General con el 89% de los votos y con un 60% de cargos en el consejo ciudadano a su favor.

A diferencia del acto realizado hace tres años, esta vez los documentos de igualdad ocuparon un lugar destacado en los discursos, y la discusión sobre los problemas que afectan a las mujeres ha ocupado un lugar mucho más destacado del que tuvieron hace tres años. Muchas mujeres saludaron que el “feminismo” y el “enfoque de género” hayan conseguido introducirse en el partido.

Sin embargo, las propuestas de igualdad vienen a reproducir los límites profundos que encierra la estrategia de conjunto de Podemos. Veamos por qué.

Beatriz Gimeno y Sofía Castañón presentaron brevemente el documento ganador, que se impuso con el 61% de los votos a su favor, pero lejos de ser el resultado de un trabajo entre ellas dos, la propuesta recoge el trabajo realizado en el Círculo de Feminismo Estatal de Podemos y como plantea en la introducción, “coincide en espíritu con el resto de propuestas” y encierra propuestas internas para “despatriarcalizar” la organización del Partido y propuestas hacia afuera para “radicalizar la democracia”.

Además recoge algunos elementos que reflejan el nuevo giro discursivo del ala pablista, que llama a un nuevo “asalto a los cielos”, apoyándose en la movilización social, como es por ejemplo su apuesta por recuperar la alianza con los movimientos sociales y otros sectores y concretamente volver a construir la “alianza histórica con el movimiento LGTBI”.

Este es uno de los elementos más progresivos del documento, pero cabe preguntarse si esta alianza que menciona será el resultado de retomar la lucha en las calles, algo que supondría un camino muy alejado del objetivo de convencer al PSOE de que son un socio fiable; o si al contrario se desarrollará en el interior del partido y las instituciones, una estrategia que desde luego está en el ADN de Podemos desde su lanzamiento.

La precariedad laboral y la invisibilización de una parte importante del trabajo realizado por las mujeres ocupa también un lugar muy destacado en documento que ha ganado la mayoría en Vistalegre II. Las autoras hablan de la necesidad de “crear una nueva noción de economía” ya que en la concepción actual “no se tiene en cuenta que existe otro gran ámbito de actividad económica como son los hogares” y propone que el trabajo de cuidados se profesionalice, desfeminice y sea dotado de estándares de calidad.

Una estrategia que no toma en cuenta la estructura socio-económica que sostiene uno de los elementos clave del patriarcado: que el trabajo reproductivo, es decir, doméstico y de cuidados, que es realizado mayoritariamente por las mujeres y que permite la reproducción de la fuerza de trabajo, se convierte en uno de los puntos de apoyo de las ganancias capitalistas por medio de la transferencia al seno de la familia el trabajo no pago que pesa sobre las espaldas de la mayoría de las mujeres.

Por eso mismo, es tan importante no sólo denunciar al patriarcado, sino sus bases histórico-sociales, como es su gran aliado: el capitalismo. Un gran ausente en el feminismo de Podemos, e históricamente en la “pata izquierda” del Régimen, el PSOE. Todo un debate entre los partidos del Régimen, en el que los fundamentos históricos del PP a la cuestión de la conciliación, es la “corresponsabilidad” de los hombres en las tareas domésticas y de cuidado.

En esta “armonía” entre trabajo y vida personal en el terreno privado, el papel de la mujer como madre es “insustituible. Para el PSOE hay que garantizar las condiciones económicas y sociales para lograr la igualdad entre hombres y mujeres. Su fórmula es “Conciliación más Igualdad” a través de leyes igualitarias bajo un Estado de Bienestar que garantice las condiciones económicas y sociales necesarias para las mujeres.

Carolina Bescansa había reabierto este debate en el Congreso cuando apareció con su bebé, que en cierta medida cuestionaba a los partidos del PP y PSOE, cuyos gobiernos tardaron hasta el año 2006 para que existan guarderías en el Congreso.

“Crear una nueva noción de economía” que valorice el trabajo que históricamente han realizado las mujeres es hoy uno de los desafíos del movimiento feminista. Pero eso solo será posible materializarlo llamando a la movilización en las calles para luchar por demandas cómo la ampliación de una red pública y gratuita de guarderías en los centros de trabajo, empezando por aquellos que cuentan con recursos públicos.

Así se arrancaron algunos derechos cómo el permiso de maternidad o tiempo de lactancia. Esto deberían hacer los Ayuntamientos del “Cambio”, de los que participa Podemos, como el de Ada Colau en Barcelona, Manuela Carmena en Madrid o el Kichi en Cádiz, lejos de gestos simbólicos, para demostrarles a las mujeres el firme compromiso por la defensa de sus derechos, en un momento en el que los ataques a los derechos y la violencia machista no deja de crecer.

Pero estos derechos, ¿pueden realmente ejercerlos la mayoría de las mujeres? ¿Es decir, las mujeres trabajadoras, pobres, humildes, y/o migrantes, en condiciones de precariedad, sin contratos o temporales?

La realidad es que la contracara del no reconocimiento del trabajo femenino son los elevados índices de precariedad laboral y pobreza que afectan a las mujeres en el Estado español, donde el paro femenino está cerca del 50%, la brecha salarial se sitúa en el 24%, mientras que casi el 80% de los contratos a tiempo parcial son para ellas.

Otra cuestión, es la violencia machista y la forma de enfrentarla, es el último elemento al que se hace una especial referencia en el documento. El año pasado, 105 mujeres fueron asesinadas por hombres, mientras que tan solo durante el mes de Enero se han producido 8 feminicidios.

La rabia y la indignación que produce la violencia machista en todas sus formas y en constante aumento ha conducido a miles de mujeres a movilizarse en todos los rincones del Estado español. El documento Podemos Para Todas exige que la voluntad política de enfrentar la violencia machista “se exprese en los presupuestos y en la legislación”, remarcando “la necesidad de formación y sensibilización en todos los niveles para facilitar la violencia machista en todas sus formas”.

Revertir los recortes acumulados estos últimos años y aumentar el presupuesto contra la violencia machista como plantea Podemos son elementos imprescindibles, pero la situación de violencia que sufren las mujeres exige el compromiso firme de pelear por medidas concretas y urgentes. Como son los programas de inserción laboral que permitan la independencia económica de las mujeres afectadas por la violencia machista atravesadas por precariedad laboral y la pobreza. O el aumento de centros de acogida y la cesión de pisos para las mujeres y sus hijos e hijas víctimas de violencia, bajo la autogestión de las organizaciones de mujeres y las trabajadoras, con asistencia profesional y sin presencia policial ni judicial.

Sin embargo, estas medidas de vital importancia no pueden tener cabida en el llamado “Pacto de Estado contra la violencia machista” ni podrán surgir del acuerdo con los partidos del Régimen, expertos en recortar derechos a las mujeres.

Pero al mismo tiempo, cada día se hace más urgente defenderlas y nos plantean el desafío de fortalecer el movimiento feminista y de mujeres para que de manera independiente del Estado, los intereses patronales y sus partidos, emprendan la pelea contra el patriarcado y el capitalismo.

Sin patriarcado no hay capitalismo. Los recortes de derechos hacia las mujeres y los recortes en Sanidad, Educación y presupuestos para erradicar la violencia de género y la precariedad laboral, es una ecuación eficaz para esta alianza criminal. Por eso es una gran utopía pretender conquistar los derechos de las mujeres de manera evolutiva, en los marcos de la regeneración del reaccionario régimen político actual y sin luchar contra el sistema que lo sustenta.

Marta Clar

Estudiante de antropología en la Universitat de Barcelona.

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