La hipocresía detrás de la hipocresía: la explotación sexual y el negocio de la pornografía
La ciudad condal se destaca cada vez más por los millonarios beneficios que generan en ella las industrias de la pornografía y la prostitución. La polémica alrededor de la celebración de congresos ligados a la prostitución y la precariedad laboral, como el Mobile Word Congress, destapa la cara más opaca de la ciudad.
No es casualidad que el Salón Erótico se continúe celebrando en Barcelona, la capital de la pornografía en el Estado español. En ella se llevan a cabo la mitad de las producciones pornográficas del conjunto del Estado, un ir y venir de actrices y actores porno que van llegando desde cualquier lugar; pero también la de centenares de mujeres y menores que acaban formando parte del otro extremo del negocio pornográfico: el del la trata y la explotación sexual de la que se lucran las grandes productoras.
Tales son las dimensiones de este negocio, que según la Fundación Alia2 el Estado español es el segundo país del mundo en intercambio de pornografía infantil, por detrás de Estados Unidos.
El anuncio promocional, protagonizado por Amarna Miller, pronto se hizo viral, alcanzando más de dos millones de visitas. Sin embargo, no es la primera vez que el Salon Erótico ha recurrido a este tipo de videos. El del año pasado, protagonizado por Nacho Vidal, ya marcaba el camino.
El de este año, se presentó como una especie de “crítica a la hipocresía española”, mientras echaba las manos sobre el discurso fácil del “tópico indignado”: el maltrato animal y la tauromaquia, la corrupción, los deshaucios, la influencia de la Iglesia, la migración, la homofobia… un discurso tendencioso, que usó los principales problemas que afectan hoy al conjunto de la clase trabajadora para promocionar el negocio del porno y defender la legalización de la prostitución. ¿Pero qué intereses hay detrás de todo esto?
El video se esfuerza en parecer crítico con todo, “menos con denigrar a las mujeres” como ya han planteado algunas feministas. Pero ¿qué se esconde detrás del guión?. El estrecho vínculo entre los grandes eventos del porno, el proxenetismo, la trata de mujeres y niñas y la explotación laboral es evidente.
El principal patrocinador del Salón Erótico es la red de prostíbulos Apricots, quienes se anuncian bajo el eslogan “Apricots, tu marca de puterío”.
El Estado español se sitúa en la primera posición en la lista de mayores consumidores de prostitución a nivel europeo. La prostitución aumenta al mismo ritmo que aumenta la precariedad laboral y la pobreza. Por eso mismo, cuanto mayor es la situación de pobreza que empuja a cada vez más mujeres, jóvenes y niñas a la prostitución, mayores son también los prácticas aberrantes que la envuelven.
La prostitución aumenta principalmente entre las mujeres inmigrantes, las más precarizadas, y de esta situación siempre hay quienes sacan beneficios. No hace falta más que entrar en la página web de Apricots y ver el “catálogo de chicas en oferta”, en su mayoría provenientes de países semicoloniales.
La otra cara de la pornografía: el negocio de la trata y la explotación sexual de mujeres y menores
No es ningún secreto que la industria del sexo es uno de los negocios más rentables del mundo, comparable con las industria armamentística o el tráfico de drogas. La prostitución y la pornografía se convierten en una de las principales puertas de acceso para el tráfico y la explotación de mujeres y niñas, un entramado mafioso que involucra a policía e instituciones del Estado con proxenetas y productoras de pornografía.
Hace pocos meses, en el Estado español estalló el polémico. El conocido como “Rey del Porno” fue el invitado estrella del Salón del Porno en el año 2013. Detenido en 2015 acusado de distribución de pornografía infantil y explotación sexual a mujeres, que eran obligadas a realizar shows eróticos a través de web cam en condiciones infrahumanas hacinadas en un piso, según el testimonio de una de las testigos protegidas por la Policía.
Pero este no es el único caso que vincula a directores de cine porno con la explotación sexual de mujeres y menores. En el año 2012, el conocido director Pablo Lapiedra fue detenido en Hungría por formar parte de una red de pornografía infantil que operaba en Colombia.
Estos, como tantos otros casos, reflejan la existencia de este estrecho vínculo entre pornografía, prostitución y violencia sexual. Parte de la explicación tiene relación con que se trata de una industria que se nutre y se lucra de suministro del cuerpo femenino para satisfacer, predominantemente, el deseo masculino. Sin límites, la pornografía abre la puerta a prácticas que transforman la brutalidad, el odio y la violencia hacia las mujeres y menores en meros objetos de consumo.
Si la pornografía no genera por sí sola la existencia de diversas formas de deseo, también es cierto que ayuda a su difusión y normalización entre enormes sectores de la población. El contenido que genera la pornografía está íntimamente ligada con la estrecha relación entre capitalismo y patriarcado.
El éxito económico de esta industria se encuentra en la oferta continua de material nuevo e “innovador”, que en la mayoría de los casos gira en torno a una idea profundamente machista de la sexualidad, reproduciendo escenas completamente alejadas de la realidad y que son vendidas como reclamo.
Eventos como los del Salón Erótico, tan solo benefician a quienes se lucran con la producción y reproducción de una forma de comprender la sexualidad atravesada por la desigualdad y la violencia. Son las grandes productoras de pornografía y prostíbulos como Apricots, quienes tienen un firme interés en viralizar y “normalizar” este tipo de contenidos.
Eventos como el que hablamos, lejos de ser un desafío transgresor a la moral puritana que crea tabús entorno a todo lo que gira alrededor del sexo, suponen para estos grandes comerciantes del sexo una gran oportunidad para mantener su dominio.
Además, convirtiendo el reclamo histórico de las mujeres por separar el placer de la reproducción y controlar su propio cuerpo en una forma más de explotación y reproducción de la desigualdad. Transformando así el cuerpo y la sexualidad de las mujeres en una mercancía más capaz de someterse, del mismo modo que se somete la fuerza del músculo, en beneficio de la clase capitalista.