Mujeres protestan por la salida de Turquía del tratado contra la violencia de género
La mayor marcha tuvo lugar en Estambul, donde miles de mujeres se congregaron en el barrio de Kadiköy, en la parte asiática de la ciudad, bajo gritos de “Esto no se ha acabado” y “El Convenio salva vidas”, según informa el diario turco Evrensel.
La Policía reprimió con gas lacrimógeno a las manifestantes pero tras un forcejeo se vio obligada a retirar unas barreras que pretendían impedir el acceso a la explanada costera, permitiendo dinalmente la manifestación.
También hubo manifestaciones en Ankara, Esmirna, Bursa y otra decena de ciudades para exigir la anulación del decreto presidencial que el sábado pasado anunció por sorpresa la retirada del Convenio, firmado en 2011 en Estambul por numerosos miembros del Consejo de Europa y que Turquía fue el primer país en ratificar en 2012.
El Gobierno turco ha justificado la salida del tratado bajo argumentos homofóbicos, asegurando que hay quien aprovecha este texto para “normalizar la homosexualidad”. Este discurso de odio hacia la comunidad LGBT ni siquiera se sustenta en un hecho de la realidad ya que ni las relaciones homosexuales están prohibidas en Turquía ni se mencionan en el Convenio.
El presidente Erdogan busca en realidad consolidar una base conservadora y por eso entre sus argumentos señaló que e Convenio es “incompatible” con los “valores sociales y familiares” de Turquía. En realidad los “valores sociales y familiares” parecen no ser compatibles con la vida de las mujeres.
Turquía, país de 83 millones de habitantes, registra al año unos 300 casos de asesinatos de mujeres por parte del marido, exmarido, novio, exnovio, pretendiente o familiares, aunque las plataformas feministas creen que la cifra puede superar los 400, incluyendo casos sospechosos o clasificados como suicidio.
Durante las marchas de este sábado, activistas feministas destacaron que solo durante la última jornada se han dado a conocer seis asesinatos machistas, entre ellos el de una joven de 17 años, embarazada, acuchillada por el hombre que vivía con ella.