“Las personas en situación de dependencia son invisibles, ¡cómo no lo vamos a ser nosotras!”
En estos tiempos de pandemia, tras ocho meses de crisis sanitaria, nuestros mayores han sido los más vulnerables, en gran parte, debido a la penosa gestión hacia las residencias de la tercera edad por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Pero hay otro sector, invisibilizado, que son aquellas personas dependientes que necesitan ser auxiliadas en su casa, por trabajadoras precarias aún más invisibilizadas.
Charlamos telemáticamente con Isabel Calvo, auxiliar de atención a domicilio en el sistema de dependencia de la Comunidad de Madrid. Este es un trabajo precarizado y feminizado y las trabajadoras vienen denunciando la escasez de material como Epis y otros insumos para protegerse ante la pandemia. Son trabajadoras que tienen que viajar a diario en un transporte público atestado de personas, con un alto riesgo de contagio para ellas y para los mayores que cuidan. En medio de esta crisis, se ha reconocido su trabajo como esencial, pero sus condiciones laborales no han mejorado en lo más mínimo, explotadas por empresas privadas que solo buscan lucrar.
Isabel, coméntanos en qué consiste vuestro trabajo como auxiliares.
Isabel Calvo: Mi trabajo consiste en cubrir las ABVD (actividades básicas de vida diaria). Llego al domicilio de una persona en situación de dependencia, que tiene un grado de dependencia otorgado por la Comunidad de Madrid, puede ir desde el mínimo de 20 horas con grado I, o llegar a grado III con más de 40 horas semanales. Las horas se pueden hacer en un toque de la mañana, dos toques en un día que puede ser mañana y tarde, o solo tarde. Las tareas a desempeñar son muchas y muy variadas, es un servicio para la persona, con lo cual lo más importante es su atención personal, que esté aseada todos los días, que tenga ropa limpia, cama limpia y cambiada, comida hecha, compra hecha, productos revisado de fecha de caducidad, gestión de recetas para que no le falte ninguna medicina de los tratamientos, citas de hospital o médico de atención primaria totalmente al día. La limpieza de la casa será de carácter cotidiano, barrer, fregar y limpiar el polvo para mantener en buenas condiciones, hacer el cuarto de baño, después del aseo, y recoger la cocina después de cocinar.
¿Y qué reivindicaciones tenéis en vuestro sector, altamente precarizado?
IC: El sector nuestro pertenece a la sanidad, pero no es ni visible ni palpable, las personas en situación de dependencia que son a las que atendemos son invisibles, ¡cómo no lo vamos a ser nosotras!
La ley de promoción a la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia (mal llamada ley de dependencia), nació con unos fines que poco o nada tienen que ver con lo que está ocurriendo hoy, ya que les valoran por la Comunidad de Madrid y les otorgan un grado de dependencia según sus informes médicos, se les manda una carta (PIA) y de ahí a esperar a que la empresa de turno (99% de ellas son del ladrillo), les avise que tienen una auxiliar prácticamente para lo que necesiten.
Es muy común tener ya algún conocido que disfruta del servicio o una vecina, etc. Y ya entre ellos se ponen al día, es lo más normal instruir al nuevo usuario del sistema, se avisan y se cuentan lo que hacen sus “chicas de la limpieza”, porque así es como nos llaman, nada que ver con la realidad, pero de ahí toda la desinformación que tienen. Creen que ya han conseguido una asistenta, y nos esperan para hacer una limpieza exhaustiva de sus casas. Aquí es donde empiezan todos los problemas.
Cuando llegamos y les decimos de asearse, nos dicen que eso o lo hacen solos, o lo hacen su familia; les ofrecemos hacer la compra sin éxito, ya que los hijos se la hacen; les decimos de la comida, dar un paseo, bajar a por el pan… nada es bueno, incluso nos recriminan que ¡no queremos trabajar! Se les hace raro que prefiramos hacer un aseo antes que limpiar: “es mejor limpiar a quitar un pañal” nos dicen… Y cuando les decimos que hemos tenido que sacar una titulación para poder blindar el puesto de trabajo nos dicen que desde cuándo hace falta un título para limpiar…
Sin palabras, así es como nos quedamos cuando nos pasa esto, y créeme, nos pasa a diario. Demandamos que la CAM explique perfectamente a todos los beneficiarios cuál es nuestro trabajo, que nadie equivoque las condiciones, y claro para eso las empresas deben estar por y para los usuarios.
Necesitamos que cuando llamamos a nuestras coordinadoras todas expliquen a esas personas en situación de dependencia que si les han dado el servicio es porque efectivamente son dependientes, que no prima la limpieza del hogar, que es secundario y solo si se da la atención personal, si no es así todos estamos siendo cómplices de que la gente muera en lista de espera, y haciendo un uso fraudulento del servicio. Pero claro las empresas no ganarían todo lo que quieren ganar, no les importan que estemos infravaloradas, en ese momento son clientes que dejan sus dineros y la empresa se frota las manos con eso sin importar todo lo que viene detrás. La ley no nació para que primara los beneficios por encima de las personas, pero las concesiones que se hacen son para ganar muchos euros, y es lo único que importa. Demandamos que se cumplan los convenios que para eso están y los pliegos de condiciones, que a día de hoy no se cumplen, y que si se les da las quejas a CAM puedan sacar los colores a esas empresas que solo quieren lucrarse a nuestra costa.
Se ha publicado recientemente un libro en el cual habláis mujeres trabajadoras precarias de distintos sectores: cuéntanos como ha sido la experiencia…
IC: La experiencia del libro ha sido una maravilla, toda una aventura. Nos hemos conocido en una lucha tan viva ¡que saltaban chispas en cada reunión! Es una obra colectiva de mujeres que no se rinden, de mujeres que creemos que el mundo podría ser diferente, si hubiera una conciencia de clase y no permitiéramos que sucedan todas las cosas tan horribles que pasan en el ámbito laboral. Pero tenemos tanto miedo que no nos estamos dando cuenta que estamos dejando de usar nuestros derechos y eso se volverá en nuestra contra, porque cuando queramos hacer uso los habremos perdido por miedo. Miedo, ¿miedo a qué? Me pregunto yo…
Somos las que estábamos esperando está compuesto por unos relatos de mujeres con problemas e inquietudes, mujeres que por nosotras mismas nunca hubiéramos podido plasmar lo que nos perturba en la cabeza. Son 20 historias, que al leerlas te trasportaran a la realidad de la precariedad que vivimos muchas trabajadoras.
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Le agradezco a Isabel esta entrevista, que responde amablemente, robándole un tiempo al descanso. Y pienso en las políticas nefastas de los gobiernos, tanto en la Comunidad de Madrid como en el gobierno central, que nos han impuesto enormes recortes en sanidad, educación y servicios sociales en general. Trabajos feminizados y trabajos precarios.
Y a pesar de las promesas de este gobierno, otros sectores muy precarizados de las trabajadoras han sido dejadas atrás desde el inicio de la crisis, como nuestras compañeras empleadas del hogar –muchas de ellas migrantes– que trabajan sin cobertura de la Seguridad Social o a las Kellys, con contratos eventuales en fraude de ley. Como las compañeras auxiliares a domicilio.
Lo que parece claro es que esta crisis la estamos pagando las trabajadoras y los trabajadores, mientras los empresarios cabalgan a sus anchas, sin haber tocado el Gobierno ni una coma de la reforma laboral y recibiendo las empresas todo tipo de ayudas. Ante esta situación tan dura es necesario que nos organicemos en nuestros centros de trabajo, en nuestros barrios y en nuestros lugares de estudio, por una salida real para la clase trabajadora. Como dice Isabel, para dejar de lado el miedo, y luchar juntas, que somos más fuertes.