Flora Tristán, precursora de altos ideales

Flora Tristán, precursora de altos ideales

Su vida

Nacía el 7 de abril de 1803. Hija de un coronel criollo de la armada española en el virreinato del Perú y de una mujer francesa que escapa de la Revolución de 1789 migrando a Bilbao. A sus 5 años muere su padre, y por la “ilegalidad” del matrimonio parental –no reconocido por las leyes francesas- se le impide heredar los bienes que éste le deja, por lo que pasa de vivir una primera infancia de lujo a un modesto barrio obrero.

A sus 18 años se ve obligada a un matrimonio arreglado por conveniencia con el litógrafo André Chazal, quien a su vez era su patrón. En esta época, cualquier mujer que quisiera escapar de los matrimonios arreglados, era destinada al convento o la prostitución.

Una vez casada, sufrió la más brutal violencia por parte de su esposo, pero no podía contar con el derecho a divorciarse. El código napoleónico de 1804 imponía a las mujeres casadas el estatuto de menores de edad, sometiéndolas a la autoridad del marido, y establecía que sólo era posible divorciarse si el esposo introducía una amante permanente en el hogar.

A pesar de las leyes, que en nada beneficiaban a las mujeres, Flora abandona a su marido y se lleva a sus dos hijos y un embarazo a cuesta. Más tarde se tendrá que hacerse cargo sola de la manutención de sus hijos. Al tiempo fallece su primer hijo. Luego seguirá la lucha por la tenencia de su hija Aline, con secuestros de parte de su padre para impedirle el contacto con Flora, persecuciones policiales y arrestos. Los tribunales condenan a André Chazal a 60 días de prisión cuando Flora lo denuncia por intento de violación hacia su hija.

La violencia conyugal era tal que casi la llevó a la muerte. Una tarde, en medio de la calle, André Chazal le dispara un tiro por la espalda y es detenido. Flora queda internada por haber sido gravemente herida. Sus convicciones eran tales que pide la abolición de la pena de muerte, y André es condenado a 20 años de prisión.

Flora, una mujer que viaja sola

En abril de 1833 Flora Tristán se embarca en Burdeos rumbo a Perú, una travesía que durará 133 días en un barco con 15 tripulantes y 6 pasajeros, todos hombres.

Estos viajes la convierten en la mujer que marcó tendencia en las ideas socialistas y feministas, contando sus experiencias en “Peregrinaciones de una paria”. Pero es en 1835, de regreso a París, cuando escribe sobre la necesidad de la unidad de las masas para luchar contra las viejas instituciones. En su ensayo manifiesta la necesidad de dar buena acogida a las mujeres extranjeras, y se anticipa a la idea del internacionalismo, allí no se dirige sólo a las mujeres sino a toda la sociedad. Lo que después le servirá para su idea central que ella nombra como Unión Obrera, un esbozo de la internacional proletaria, veinte años antes de que se fundara la 1° Internacional.

La Unión Obrera

En 1843, publica Unión Obrera, y por medio de su amigo alemán Arnold Ruge, conoce a Karl Marx. A partir de la experiencia de su paso por Londres, Flora se propone colaborar en la organización del movimiento obrero francés.

Para avanzar en la emancipación del proletariado sostenía que era necesario unirse internacionalmente, planteaba también que la clase obrera debía contar con un representante parlamentario que la beneficiara, que había que luchar por el derecho al trabajo, al salario y a la organización. Con este propósito escribe la Unión Obrera y organiza su viaje a Francia para “hablar con los obreros que no saben leer, y a los que no tienen tiempo de leer”.

Cercana a los fundamentos del marxismo revolucionario del siglo XX y anticipada para la época, sostenía que la emancipación de los obreros era obra de ellos mismos, pero para alcanzarla debía establecerse una alianza con otras clases y capas oprimidas socialmente.

Describe la inequidad de las relaciones en el hogar, entre el obrero y su esposa. Y en este sentido plantea una doble alianza: no habría emancipación para los obreros del yugo capitalista si no hacen parte a las mujeres de esta lucha; como tampoco habría emancipación para las mujeres si estas no abrazan la causa de la Unión Obrera.

Podemos considerarla una precursora en las elaboraciones de las teorías de género contemporáneas, al dejar en claro que la burguesía y el proletariado son dos clases sociales diferenciables, pero que mientras las mujeres obreras sufran la explotación, tanto ellas como las mujeres de la burguesía estarán unidas por la opresión que sufren como objeto de propiedad de sus padres y maridos. El género nos une, la clase nos separa.

Su legado y la lucha contra toda forma de opresión

Su obra no pierde vigencia. A lo largo de la historia, las mujeres hemos ofrecido resistencia a la discriminación, la sumisión y la desigualdad que nos impone la dominación patriarcal y todas las formas de opresión y explotación impuestas por las clases dominantes.

En la lucha por la emancipación femenina y de todos los sectores socialmente oprimidos no enfrentamos sólo al Estado capitalista y todas las instituciones que reproducen y legitiman el patriarcado, sino también los prejuicios y la ideología patriarcal entre los explotados.

Es la clase trabajadora –las mujeres, pero también los varones– quien tiene que enarbolar las banderas de la emancipación de los sectores más oprimidos, en su lucha contra el capital.

Para enfrentar grandes enemigos, es necesario ganar la solidaridad de nuestros compañeros de clase con quienes compartimos las cadenas de la explotación, y pelear por todos nuestros derechos como mujeres y como clase trabajadora.
Y como diría Flora Tristán,“Obreros, sois débiles y desgraciados porque estáis divididos. Uníos. La UNIÓN hace la fuerza”.

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Por Florencia Saracho

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