Papa Francisco interviene en casos de abusos sexuales en la Iglesia de Granada
Aunque el caso se destapó hace pocos días, todo comenzó el 24 de julio cuando un joven de 24 años llamado Daniel, escribió una carta de cinco páginas dirigida al Papa en la que relataba haber sufrido abusos sexuales y violaciones continuadas desde que tenía 12 años, por parte de varios curas de la Archidiócesis de Granada en un colegio religioso al que iba desde pequeño. En dicha carta también solicitaba ayuda para que tanto los responsables como los encubridores no queden impunes.
El 10 de agosto, según el portal del periódico de información religiosa del Estado español, Religión Digital, el Papa Francisco llamó personalmente a Daniel pidiéndole perdón “en nombre de toda la Iglesia de Cristo. Perdona este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido. Estas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo”. Además, Bergoglio se comprometió a ayudarlo y le dijo que “Cuentas con todo mi apoyo hijo mío y el apoyo de toda la Iglesia. (…) hay gente trabajando para que todo esto se pueda resolver.”
Sin embargo, la Iglesia, lejos de “resentirse por completo”, intentó ocultar estas denuncias y encubrir a sus pecadores. Días después, Daniel llamó al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez Fernández, y se dieron cita. En una tensa conversación en la que el arzobispo tenía delante los papeles de la Santa Sede y la copia de su carta al Papa, Martínez acabó pidiendo perdón a Daniel y se comprometió a investigar su caso.
Después de citar a 9 víctimas más, de los cuales 2 son laicos, se terminó declarando culpables sólo a tres sacerdotes. Esto provocó indignación a Daniel, quien considera que así los encubridores quedarían libres.
Es así que Bergoglio llama por segunda vez a Daniel y lo invita a la Comisión de expertos. El día 14 de Octubre Daniel denuncia los hechos ante el Fiscal Superior del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía; la cual instó a la Fiscalía Provincial a denunciar los hechos. Y a comienzos de noviembre, según el TSJA, el Juzgado de Instrucción número 4 de Granada comenzó una investigación penal a una docena de encausados, diez sacerdotes y dos laicos.
El caso, que lleva investigándose en los juzgados apenas dos semanas, se ha decretado secreto de sumario. Por otro lado, recién el lunes 17 de noviembre, el Arzobispado de Granada retiró del ejercicio a varios sacerdotes, según el anuncio en una nota de prensa.
Tanto la carta como la queja de Daniel dirigida a la Santa Sede ante la respuesta del arzobispo de Granada, obligaron al Papa a intervenir a la iglesia española —y en particular a la Archidiócesis de Granada— a investigar estos graves hechos.
Por su parte el subdelegado del Gobierno de Granada, Santiago Pérez, ha declarado el martes pasado que, “No me atrevería a decir que haya una red de pederastia”. Todo esto cuando, de momento, son como mínimo doce los sacerdotes que están siendo investigados. Hasta ahora, la implicación de estos sacerdotes tiene diferentes grados, siendo cuatro de ellos a los que les pesan acusaciones de graves delitos de abusos sexuales y violaciones en toda su magnitud y otros cuatro, en principio por encubrimiento.
Si para el Gobierno esto no es una red de pederastia en Granada, como mínimo existe una dentro de la Iglesia Católica española. Estos casos de pederastia, tan habituales e históricos dentro de esta institución, generan gran indignación entre las organizaciones y colectivos sociales, feministas y LGTB que cuestionan su cada vez mayor intromisión en la Educación o en cuestiones cruciales como la Ley del Aborto.
El Papa se verá obligado a intervenir sobre la Iglesia de Granada con otro de sus discursos, o el marketing de Begoglio, de “tolerancia cero con los abusos y quienes los cometan”. Pero una institución que, entre otras cosas, recibe de parte del Estado español 158,4 millones de euros anuales, es una institución insalvable.